La guerra entre Israel y Hamás entró el martes en su tercer mes sin que se vislumbre un final, mientras la situación humanitaria en Gaza sigue deteriorándose en medio de intensos combates. Las fuerzas israelíes han avanzado más en el sur de Gaza en los últimos días, ampliando su ofensiva terrestre contra los militantes de Hamás. Las operaciones militares han desplazado a cientos de miles de civiles palestinos, muchos de los cuales están ahora hacinados en refugios improvisados con suministros cada vez más escasos de alimentos, agua y medicinas.
Las Naciones Unidas y los grupos de ayuda han advertido de una catástrofe humanitaria inminente, con más del 80% de los 2,3 millones de residentes de Gaza ahora desplazados internamente. Los hospitales están abrumados y luchan por funcionar sin combustible y suministros adecuados. El agua potable y los alimentos escasean críticamente en gran parte del territorio. Los funcionarios de la ONU dicen que Gaza está al borde de una hambruna a gran escala si no se permite la entrada inmediata de más ayuda.
Israel ha prometido continuar su campaña para eliminar a Hamás tras el ataque del grupo militante del 7 de octubre que mató a 1.200 israelíes. Pero el creciente número de muertes civiles en Gaza (que ya supera las 18.000 según las autoridades sanitarias locales) ha provocado cada vez más llamamientos internacionales a favor de un alto el fuego. El gobierno de Biden ha instado a Israel a hacer más para proteger a los civiles, al tiempo que sigue apoyando el derecho de Israel a la legítima defensa. Las negociaciones para un posible acuerdo sobre rehenes y una pausa temporal en los combates siguen en curso, pero las perspectivas de un alto el fuego más amplio siguen siendo escasas, ya que ambas partes se preparan para un conflicto prolongado.